martes, 26 de abril de 2011

Vuelta con las pilas cargadas

Ay! una no se da cuenta de la falta que le hacía desconectar de la cotidianía delirante hasta que se va.
Esta vez el papi, por motivos de salud y de estudio no nos acompañó y nos fuimos hija y madre en el tren hasta Puebla de Sanabria (con la silla del coche incluída!) para "refugiarnos" del mundanal ruido a un pueblito donde había estado hace ya unos cuántos años. Un paraje mágico. La Sierra de la Cabrera, en León.

Estuvimos alojadas en casa de Pilar una amiga de mi tía, antigua maestra del lugar que se enamoró del lugar y de un lugareño. En ella viven todo el año dos chicas maravillosas con una calidad humana con la que no me encuentro desde hace mucho tiempo. La casa, auténtica, al lado del río, con cuadras, huertas. Hicimos un poco de todo, sí, nos llovío, pero hubos tiempo para los paseos, para hacer un espantapájaros, para cantar, para ver al corderíto recién nacido, perseguir gatos...

Catu estuvo muy a gusto, nuestra habitación era preciosa, amplia, con una vista espectacular que os pongo aquí a la derecha.

Losadilla de la Cabrera está aislado, bellísimo y lleno de historias terribles (guerra, maquis, aislamiento, explotación de la pizarra sin ton ni son) y hermosas de sus parajes mágicos.

Perteneciente a la provincia de Léon, linda con el Caurel y está lleno de valles glaciares. Los rebollos estaban a punto de echar la hoja y aún así aquello era ya una belleza.


Vuelvo con muchas preguntas en mi cabeza, con muchas ideas también. Ni mi hija ni yo queríamos volver, ella me preguntaba con razón porque volvíamos si no queríamos. Nos merecíamos unos días así ella y yo, desde hacía tiempo. De turista la vida en el campo es muy bonita pero, cuidado! se trabaja y mucho, pero es muy satisfactoria. Al lado de esta casa vivía una familia que también habían optado por darles a sus hijos una infancia en la campo, la mejor que hay.

Os escribo desde mi nueva oficina, un lugar aséptico que estrenamos mis queridos compañeros y yo. Echo de menos compartir mis mañanas con mi hija, que sé que me sigue necesitado mucho y hace lo que puede por compensar mis ausencias. Con ella me lo paso muy bien, me encanta meterme en su mundo, en sus descubrimientos...te echo de menos mi vida!!!

viernes, 15 de abril de 2011

Preciosa primavera y feliz Semana Santa







No puedo dejar de escribir esto.




Hace ya unos 7 años que vivimos cerca de la Dehesa de la Villa (con premeditación y alevosía) y estos días del año son los más bonitos en ese parque. Estos días relucientes está exultante, después de las lluvias y con este calorcito, verde y florida: almendros, fresnos y sobre todo pinos piñoneros. Bonitas vistas y el silencio más absoluto, no se oye nada, los árboles actúan de pantalla acústica. Es el sitio perfecto para llevar una merienda, ir en bici, dar un paseo, tumbarse a la bartola con una mantita, o incluso estudiar, como hace alguna gente en sus mesas.

Más adelante ya en junio hace demasiado calor, las sombras son de pinos y todos sabemos que las buenas sombras son las de los árboles caducifolios. Estos días estamos yendo por la tarde, Catu y yo, y por las mañanas va con su papá. Esta vez es diferente a cuando era más peque. Ya escala, sube cuestas, las baja, corre, salta. Ahí hemos celebrado cumpleaños, ha gateado, se ha revolcado con unos pocos meses, ha jugado con Lou. Por fin escapamos de los infames “parques” o la calle misma a descubrir, hormigueros, pájaros, plantas y demás por sus caminos. Es muy grande y está llena de rincones muy diferentes unos de otros. Recomiendo una vista. Esta Semana Santa no estaremos, nos invitan a una bonita casa en la Sierra de la Cabrera en León.

Pero, si el tiempo acompaña (con algo de lluvia y frío también es hermosa aunque no se puede uno sentar en el suelo, claro) os recomiendo a quienes viváis en Madrid que os deis un paseo y os dejéis perder por allí. Los peques disfrutarán! Hasta la vuelta!

martes, 12 de abril de 2011

Cuando pensar es un castigo

Por Laura Mascaró

Poner a un niño de cara a la pared, arrodillado y haciéndole sujetar un par de pesados libros con cada mano no está bien visto. Pegarle es, incluso, ilegal en un gran número de países. En las sociedades occidentales los padres suelen disponer de poco tiempo (y, en ocasiones, de pocas ganas) para buscar otras formas más eficaces de disciplinar a los hijos. De ahí que un programa televisivo nefasto como es la Super Nanny haya tenido tantísimo éxito. Como los castigos, en el sentido tradicional del término, empiezan a ser políticamente incorrectos, los adultos hemos recurrido no a nuevas estrategias sino a nuevos eufemismos.



Hay un castigo clásico llamado “time out” (tiempo fuera) que consiste en aislar durante cierto período de tiempo al niño que se ha portado mal. En primer lugar, deberíamos revisar el concepto de “portarse mal”. ¿Se ha portado mal el niño de dos años que ha derramado el vaso de leche porque todavía no ha terminado de desarrollar su motricidad fina? ¿Se ha portado mal el niño que ha montado un escándalo porque no quería bañarse a la hora que tú has decidido que debía hacerlo? En segundo lugar, deberíamos revisar, también, nuestras normas que, normalmente, son arbitrarias y tienen poco sentido. ¿Es realmente tan importante merendar a las cinco y no a las seis de la tarde?


¿ O tendría más sentido que el niño merendara cuando tuviera hambre? ¿Es tan importante ver la tele sólo durante una hora al día? ¿O tendría más sentido negociar con él para que pueda ver su programa favorito completo en vez de disponer sólo de cierta cantidad de tiempo? Hace unos días, un amigo me contaba que su hijo de cinco años había estado jugando al fútbol dentro de casa y que había roto una bombilla. Su padre (mi amigo) le explicó por qué no era conveniente jugar al fútbol dentro de casa y por qué era peligroso que se hubiera roto la bombilla. Además, le impuso un castigo consistente en no bajar al parque con él a jugar a fútbol por la tarde, tal como habían quedado. Mi amigo no se daba cuenta de que el niño no había tenido ninguna intención de romper nada (ni la bombilla ni las normas familiares); de que, muy probablemente, había tenido suficiente con el susto de ver que la bombilla le caía encima hecha pedazos (no digamos ya de ver el enfado de su padre); y tampoco se daba cuenta de que aunque, en efecto, las acciones tienen consecuencias, el prohibirle bajar al parque no es en absoluto una consecuencia lógica y natural del hecho de haber roto la bombilla.

Aplicando este tipo de consecuencias artificiales lo que conseguimos es que nuestros hijos se esfuercen por no ser descubiertos en futuras ocasiones y esto implica que empiecen a mentirnos. Si nuestros hijos confían en nosotros y se sienten seguros en nuestra compañía, nos contarán las cosas que han hecho o que les han pasado. Pero, si no confían en nosotros y no se sienten seguros porque saben que les caerá una “consecuencia”, lo más probable es que no nos lo cuenten. Ni a los dos años, ni a los siete ni a los dieciséis. ¿Es ése el tipo de relación que queremos tener con ellos? Porque es fácil quejarse de lo herméticos que son los adolescentes y no querer darse cuenta de que, quizás, somos nosotros los que hemos alentado esta actitud cuando, de pequeños, los hemos mandado a “pensar” en vez de hablar con ellos.

Aislar al niño por haber incumplido normas que quizás no comprende (y que quizás no tengan ningún sentido) supone una enorme falta de respeto hacia él, además de una humillación totalmente innecesaria (como toda humillación, dicho sea de paso). Se le ha cambiado el nombre al clásico “time out” y ahora se le llama “silla o rincón de pensar”. Con lo cual convertimos el pensar en un castigo. Quiero creer que, en realidad, no queremos que nuestros hijos crezcan con la idea de que pensar es un castigo. Sin embargo, ése es justamente el mensaje que les transmitimos. Es más, durante el tiempo que dura su aislamiento (que, según “expertos” como la Super Nanny ha de ser equivalente a un minuto por año de edad) lo que el niño piensa en realidad es cómo evitar ser descubierto la próxima vez; y la lección que aprende es que gana el más fuerte o el más astuto. De este modo, el niño aprende a calcular el “precio” de sus acciones y a decidir, en cada caso, si vale la pena o no asumir el riesgo. Desde los años 50, los científicos que han estudiado la disciplina han venido clasificando a los padres en función de que basaran sus actos hacia los niños en el poder o en el amor. La disciplina basada en el poder incluye (o puede incluir) pegar, gritar y amenazar. Los castigos, por supuesto, son una forma de amenaza, un claro chantaje: “si no te acabas la comida, no podrás salir a jugar”, por ejemplo. La disciplina basada en el amor, en cambio, incluye prácticamente todo lo demás.


A los lectores interesados en conocer alternativas prácticas y reales al castigo, les recomiendo encarecidamente la lectura de los libros “Por tu propio bien” de Alice Miller, “Crianza incondicional” de Alfie Kohn, “Ser padres sin castigar” de Norm Lee (disponible gratuitamente online), “Padres liberados, hijos liberados” de Adele Faber y Elaine Mazlish y el libro de Rosa Jové sobre las rabietas que está a punto de ser publicado. Para ir abriendo boca, pueden buscar en internet los siguientes artículos: “Cinco razones para dejar de decir muy bien” de Alfie Kohn, “Las rabietas” de Rosa Jové, “Ayudar a los niños a resolver conflictos emocionales” de Naomi Aldort o “Educar sin castigar” publicado por quien suscribe estas líneas en la revista www.atalisdigital.com (pág.47).

lunes, 11 de abril de 2011

Cuando no hay sostén.

Estos días estoy ordenando ideas, aprendiendo, una y otra vez, arrojando luz sobre un montón de cosas. Y bueno, en mi cabeza resuenan conclusiones sobre las que se ha reflexionado mucho pero hasta que una no las pasa no llegan a donde tiene que llegar.


La maternidad trasforma, vaya que sí transforma, por un lado adquieres nuevas fortalezas para toda la vida, pero por otro, de repente te ves desnuda delante de tu hija, y no hablo de una desnudez física, si no de la emocional, todas las sombras de las que hablaba Jung aparecen, tu infancia desamparada, esos brazos contenedores de una madre que de bebé necesitabas y no estaba, los malos tratos entre mi padres, los malos tratos y la incomprensión para sus hijos, la falta de respeto, la ceguera, la falta de humildad, su terribles infancias, sobre todo la de mi padre (si es que hay grados, que los hay, creo).


De repente te ves con ese bagaje. Sí, has vivido, has viajado, has tenido experiencias mil, muchas muy buenas, te consideras en el fondo afortunada, pero y esas necesidades básicas no cubiertas, que todos tenemos y se manifiestan en modos mil, ¿Cuándo se han llorado? ¿Cuándo se han hablado y procesado? De repente tienes un hijo y sale todo eso. Das gracias porque eres consciente, al menos. Pretendes ser una madre trabajadora respetuosa, del global estás contenta pero estás en pleno proceso de transformación, tu pareja te apoya con tu hijo, pero te das cuenta que aún queda mucho camino.

Estás cansada, porque no te puedes permitir el lujo de abandonar tu trabajo por la situación en la que te encuentras, que tiene cosas que te gustan y eso es algo, apenas tienes tiempo de nada que no sea intercambiar desahogos vía blog o mensajes de email.

Con tu hija, tienes que mantener el tipo, en alguna ocasión lo has perdido, en pocas pero en algunas, ellos lo notan y la rabia que no has procesado…están ahí para sacarla, de muchas maneras. Así que decides empezar a autoconocerse y explorarte, de verdad.


Pero, las madres que empezamos este viaje, ¿qué sostén emocional tenemos? ¿Quién nos apoya y nos acompaña cuando estamos en estas circunstancias tan extremas y la tradición es que nosotras somos las que sustentamos y apoyamos a hijos y varones? Entiendo que haya que hacerlo con los hijos pero y con el resto del mundo? Con tu pareja? Sostiene una pareja que cría como tú? Qué también está cansada? Qué tiene que reorganizar sus esquemas, a su ritmo, que hasta ahora le funcionaban para sus objetivos?. Qué está aprendiendo a contener a sus hijos, algo que no han hecho con él? Que no encontró oídos ni brazos mientras crecía? Que de forma muy silenciosa y sutil piden más que dan? Viendo como se desmoronaba su mundo y sus madres, madres de familia numerosa, tiraban del carro para sostener a su propia familia incluida su pareja, (sobre todo a su pareja, otro niño desamparado y herido) y te tocaba el cachito que te tocaba.


¿Quién puede cambiar eso de un plumazo? ¿Nuestras vidas? ¿En una generación? ¿Quién se da prisa y lo llora para que no le toque a su hijo? ¿Quién sostiene a esas mujeres, a nosotras? Las que queremos coger el toro por los cuernos, por nuestros hijos, las que queremos cambiar esto. Ya queríamos cambiarlo a nuestro modo antes de que nacieran ¿pero cuál es el cambio más doloroso? El nuestro propio. Sobre todo a estas que queremos vivir nuestros días de forma saludable mental y físicamente,con nuestros hijos?


De dónde sacamos espacio para llorar, hombres y mujeres, cuándo tenemos un mal momento? para limpiarnos ante nuestro hijos, cuando en algún momento lo necesitemos, quienes trabajamos, llevamos mil tareas y nos acostamos todas la noches con nuestros hijos y los criamos solos, parejas que nos hemos convertido en compañeros de piso más que otra cosa. Cómo alcanzar la paz interior para poder trasmitírsela a ellos enteramente, sin fingir? Cuándo eres solo dos adultos, creciendo, y desencontrados?

lunes, 4 de abril de 2011

Frases célebres con Lengua de Trapo

En medio de este marasmo de autoconocimento, nos encontramos todos los días con frases como estas:


Y po qué? (enfatizado el qué?)


Mamá saca la tetita escondidita en el meto (cuando quiere mamar en el metro)


Te voy a cotá las tetitas y así las tengo todo el día.


Vamo a intentá a vé si si o si no.


Nooo mami, el agua se bebe, no se come, se confunde! Ji ji ji.


Cuando sea mayó, mañana mañana mañana, voy amontá en coche juguete con moneda.


Estás ceciendo mami (mal sabe ella cúanto y cómo!)? Pues cuando quezcas puede bebé ceveza


Vamos por la calle en manga corta las dos y dice: Mía mami, voy remangada, tocándose el brazo...y tú también!


Cuando algún niño o niña la avasalla o la aborda: lo mira y dice: Sí, valle me paece bien, (cuando no, lo deja bien claro).


Le digo que la mantequilla ecológica es buena para los dientes y los huesos y dice: Pue después de come un camamello, comé mantequilla…


"Enta un hombe en un café y chó"


"le damo un tozo de tata palla que se sienta mehó"


"Ay! que me pato el cullo" Mía! Se pate el cullo" (que me parto el culo!)


En el metro o en el bus cuando ve a alguna persona negra: Mía papi, un señó de choco-choco.


Cuando se siente próxima y querida, nos dice “Eres mi amiga mami” y a su papi…”es que papi es mi amigo”.


Son amigos gemelos


Verás papá!: vas a alusiná!


A vé como hueles mami? Hueles a mami.


Que hay de sena? Y de poste? Mi poste favorito?


Surrealismo:


Voy a cojé el piano y voy a comerlo con un poco de agua.


Compamos una alitas para volá? Así no tenemo a i en coche.


Ete libro e muy aburrido…


Eta noche va a tené lengua y cara



Luego canciones a tutiplén, últimamente canta:


"Japi beibi tu lluuuuuu"....

viernes, 1 de abril de 2011

"Mapaternidad" Tóxica


Estos días pasados, la familia, hemos tenido el inmenso placer de visitar en su casita a la familia "Babog", Raquel & co. Allí estuvimos muy a gusto y espero que ellos también, (aunque ser anfitrión con dos nenas peques es un poco estresante). El caso es que Catu y yo nos subimos a dormir una siesta y allí me encontré con un libro que me llamó la atención. "Toxic parenting. (no está traducido al español). Me llamó la atención porque nos viene como anillo al dedo en este momento en casa. Nos estamos en nuestro mejor momento. Ninguno de los tres. Ni entre nosotros.


De repente se me ha acumulado mucho cansancio, estoy cansada de la lactancia, de las noches, de irme a la cama tan tarde y despertarme tan pronto y algo ha cambiado en mí. Yo se lo achaco a una regresión que he hecho hace poco con mi terapeuta de mamás (ya me avisó de que podría pasar), algún día os hablaré de ella. Eso y que en casa nos inunda una especie de incertidumbre con todo en general. Prueba de ello es que Catu que casi nunca se pone malita y hace una semana caímos las dos, por pura tristeza. Por un "esto que ha sido así hasta ahora, ya no vale"


Estas semanas he cambiado con ella, me he convertido en una borde, he dejado de prestarle atención y por un momento quería que se pareciera a esos niños buenecitos que no expresan absolutamente nada. Nuestra hija nos está dando una lección:


Hey! sigo aquí! Aunque hable sigo necesitando que me hagáis caso, soy muy pequeña todavía! qué no me riñáis!


Ella reacciona de forma agresiva o enfadándose, porque necesita entender y a veces no se cuida en absoluto la interacción.


Puede que haya quien piense que exagero. No, mi intuición no me dice eso, me dice que tarde o temprano sale esa niña herida que tengo dentro que no me permite ser coherente y que me hace caer en la prueba y error. Sobre la coherencia me gustaría escribir algo algún día, ¿qué es ser coherente? Seguir una línea errónea pero seguirla o es mejor dudar? por qué nos falta determinación a algunos padres? ¿porque somos unos descreídos? ¿Por qué la consciencia a veces es tan dolorosa, saber por qué suceden las cosas y que repercusiones tienen? ¿Se vive mejor sin ella o duelen mucho más las cosas?


Estos días estuvo aquí mi madre. Es increíble lo tranquilamente que le dije sin reproches ni nada que sonara como tal, que tuve que ser madre para darme cuenta de lo dañada que había sido de muy pequeñita, por tantos desamparos, tanto mal ambiente en casa, historias desgarradoras en la vida de mi padre, y me doy cuenta de eso, precisamente ahora que soy mamá y no quiero repetir ad infinitum. Qué dificil eh! Con que poco convencimiento se hacen a veces las cosas! Cómo pesa lo vivido! Cómo! Es duro cambiar, cuando además te rodean por todos lados.


Mi hija tiene un grandísimo potencial: es comprensiva y lo capta absolutamente todo y tanto mi chico como yo nos vemos abrumados a veces, cansados, derrotados, no no dejamos "absorber" porque nos acecha ese papel de víctima, de querer parecernos a todos, de no desentonar, cuando ella es pura libertad, puro ingenio, pura vida, pura salud, pura creatividad y ella se rebela, claro, además se rebela con esas "armas" terribles que nosotros le hemos ido mostrando porque son las que tiene, desgraciadamente. También somos conscientes de que tenemos algo que ver en esas cosas tan formidables, pero no hay justificación posible. Por ello voy a copiar el enorme post de mi queridísima Viole. Viole, no lo puedo leer aquí porque me llega tanto...Gracias


LO SIENTO HIJA.


No voy a pedirte disculpas, porque no voy a ponerte en la obligación de perdonarme. Solo quiero que sepas que lo siento, por todas aquellas veces en las que me miraste buscando amor y mis ojos no supieron entregártelo, porque el amor siempre está ahí. Soy yo con mis años de aprendizaje y corazas, mis heridas y carencias, soy yo la que aún no termina de entender que un segundo de amor puede disolver y prevenir años de dolor y enojo, soy yo la que aún no comprende la fuerza de la fragilidad y va por la vida con la armadura puesta. Lo siento hija, por todas aquellas veces que te he hecho sentir que tu eras el problema, cuando he sido yo, he sido siempre yo, con mis miedos, mis vacíos, mi mundo adulto y sus mezquindades. Yo con mi historia vivida, mis "verdades" aprendidas, mis defensas construidas. Soy yo hija, con mi paradigma viejo y obsoleto donde solo es posible ganar o perder. Yo que sigo creyendo a veces que tener la razón vale más que generar el encuentro. Lo siento por todas las veces en que no he sabido transitar mis límites e impaciencias y la escena ha terminado en grito, cuando además es tan fácil subirse a lomos de tus sueños e irme por un rato a vivir en otro cuento.

Por todos los momentos en los que en vez de un juego puse un ¡ahora no! Por marcarte límites donde debería haber un mundo por explorar y descubrir, un asombroso universo donde reinventarnos y reinventar el mundo. Por creer a veces que contención y seguridad es igual a comodidad personal

Por las horribles veces en las que he puesto lágrimas en tus ojos en vez de risas en tus labios. Lo siento por encerrarme en mi mundo, con mis afanes de protagonismo, mis miedos de abandono, mis egoísmos y yoísmos; cuando el tuyo es el nuevo, el inclusivo que me invita a crear y descubrir.

Por todas las veces que he impuesto sobre ti mis expectativas y sueños. Soy yo que aún arrastro sueños incumplidos, mis “podría haber sido” y no me hago cargo de mis anhelos profundos.

Hija, llegaste a mi con toda la fuerza de la vida nueva que se abre paso sin pedir permiso, rompiendo todos mis esquemas y desmontando mis cimientos y yo aún a veces siento vértigo al cambio, miedo a saltar en tu revolucionario universo.Este mundo lo camino desde hace algunos años más que tú y desafortunadamente las heridas y tristezas todavía se me agolpan en la garganta, los ojos, los brazos y el corazón. Y lo que es peor, las creencias heredadas, las verdades acatadas aún me impiden ver lo obvio de tu vida y el mundo que con tu amor y presencia propones construir.

No soy culpable ni tampoco víctima de nada de esto, solo responsable y es desde ahí, con todo lo bueno y lo no tan bueno que hay en mi, desde donde te digo: lo siento hija, sigo aprendiendo.
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