jueves, 22 de diciembre de 2011

Reconocer la maternidad y la paternidad consciente.






¿Cómo expresar que es la maternidad y la paternidad conscientes? Tratando de responder a esta pregunta he encontrado la respuesta a través de mi hija en estos, hoy, 40 meses.

La RAE, con la que no siempre estoy muy de acuerdo, define consciencia como:

1. Conciencia

2. f. Conocimiento inmediato que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones.

3. f. Capacidad de los seres humanos de verse y reconocerse a sí mismos y de juzgar sobre esa visión y reconocimiento

Los niños vienen con una misión clara y directa: hacer observar a sus padres su propia existencia, son redentores, ellos nos ha elegido a nosotros.

De repente nace un niño y comenzamos a abrir puertas, unos antes, otros después, otros nunca. La puerta de nuestros antepasados, los vemos, sin juzgar, en prudente lejanía emocional, sus vidas, su sufrimiento, sus carencias, sus alegrías, nos vemos a nosotros, nuestra gestación, nuestro parto, nuestra infancia marcada por los designios de la destructividad y el patriarcado al que no debemos estar agradecidos ni agradecidas, nuestra falta de mirada, nuestro desamparo, nuestros vínculos, pobres, materialistas, inseguros, sustentados en una moral que si bien a veces es benévola otras no lo es tanto.

Y ahí están ellos y ellas, más allá del discurso ilustrado "de libro" parto+ lactancia+colecho+porteo+respeto, para hablarnos de lo esencial no ya por ellos, si no por la humanidad entera, cuánto tenemos que aprender para trascender, para ir más allá, buscar más que nuestra humanidad, nuestra divinidad, para llenarnos de amor y alegría, la alegría de vivir. Ahí están ellos para decirnos: papá, mamá, estoy sufriendo, me pongo malito continuamente por todo, tengo alergias, qué pasa con mi sistema inmune? tengo síndromes, tengo problemas, miedos, no sonrío, lloro con frecuencia y para conseguir cosas, me accidento con frecuencia, como porquerías, pego, me pegan, respiro aire contaminado, me hago pipí por la noche, me conformo, me adapto a esto ¿qué te ha pasado a tí para que yo esté así? ¿Por qué no miras más allá? ¿Qué ha pasado con tu instinto?

Los niños nos ayudan a reconocernos, a reconocer el mundo y el planeta en el que vivimos, el aquí y el ahora y reconocerlos a ellos, educarlos con ejemplo y amarlos como son porque ya nos están haciendo el enrome favor de darnos millones de pistas sobre nosotros mismos: de repente vemos el paisaje de nuestras vidas de modo diferente cuando están aquí. Nos ayudan a aprender que es SER y la consciencia es un camino sin retorno.

Por eso no gusto de llamar a esto ma-paternidad con apego o crianza natural o corporal porque es algo del plano de las palabras, intelectual. Prefiero referirme a ma-paternidad consciente, desde nuestras sombras y limitaciones, no desde el derrotismo de sabernos imperfectos si no desde la filosofía feliz de la superación y el avance, que nacen muchas veces del lodo, como el loto y que hacen que cada amanecer sea distinto. La ma-paternidad consciente es conocernos, ser conscientes del costo de nuestras propias crianzas, todo lo que hemos tenido que tenemos que “pagar” a nivel corporal, espiritual y emocional, y del costo que tienen nuestras decisiones para con ellos, asumiéndolas con amor hacia nosotros mismos y ellos, pero con consciencia, sin culpa, no es incompatible.

Nos damos cuenta de que no valía de nada el “creer que pensábamos” ni el “pensar que sentíamos” si no que tenemos que sentir de verdad todo lo que no hemos sentido hasta ahora (enojo, rabia, tristeza, violencias, desamparo) por ellos y por el mundo, y, desde la consciencia, intentar ser felices y hacerlos felices a ellos. Nuestras lágrimas, cuando son bebés, nuestro cambio, profundo muchas veces, son la puerta a su liberación y plenitud de vida.

Recoger sus señales, recoger sus signos, por sus padres y sus madres o quien esté a su cargo es la gran responsabilidad que tenemos en la vida, va poniendo los ladrillos, pocos, pesados, dolorosos y muy despacio y sin pausa de una vida mejor, para hacer de ellos personas plenas, con capacidad de criterio, inconformistas, felices, disfrutando en el intento, para crear un mundo mejor, empezando por nosotros mismos: sus padres y sus madres. No desaprovechemos esta oportunidad este año que comienza, comienza todos los años.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Imitando a los hombres




Hace unos meses comentaba con un amigo, un tío ya con sus 60 años, que no entendía el empeño de muchas mujeres en querer parecer hombres en un mundo de hombres, me decía concretamente estas palabras:

Me dan ganas de gritar a las mujeres: ¿Por qué nos seguís? ¿No véis que nos hemos equivocado?

Es cierto que hemos evolucionado, que una mujer puede vibrar igual que un hombre ante un Caravaggio o una sinfonía de Beethoven, nos hemos reído con Groucho Marx, pero poco más hemos conseguido, a fin de cuentas buscar la representación en una sociedad carcomida por el mercado ha servido de poco.

El patriarcado enjendra horrores aberraciones e insatisfacciones, Peggy O'Mara directora de la fantástica revista Mothering lo expresa así:

...Sin embargo, estoy convencida de que las mujeres jamás nos sentiremos satisfechas con una vida que sea la imitación económica de la vida de los hombres. LAs mujeres tenemos que encontrar un camino nuevo, un camino espritual, e insistir en una realidad económica que de cuenta de las preocupaciones del corazón. Si las mujeres nos conformamos tan solo con el éxito al estilo masculino, con los logros del mercado, tana alejados del hogar, nunca crearemos un mundo mejor, Cuando las mujeres se polarizan en torno a cuestiones como guarderías o las madres en casa, lo haces segñun el modelo masculino de división de trabajo y familia, un modelo que no ha funcionado para ellos y que tampoco funciona para nosotras. Y no funciona no porque necesitemos más guarderías, si no porque la realidad social que queremos emular, carece de corazón. Tenemos que buscar soluciones más amplias para la economía familiar y tenemos que tener mucho cuidado de no caer en la trampa de definirnos a nostras mismas solo de acuerdo con los valores de una sociedad en fase de transición.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Sobre la sumisión


Sí, lo sé, tengo el blog abandonado, pero es que no doy abasto, muchos frentes (por más que no quiera tener...) todos poco, digamos, "banales", que capatan toda mi atención.

Tengo ganas de compartir algo, es una carta que en verano envié (otra más) al periódico Diagonal. La carta es la réplica a un artículo sobre un congreso de psicología lacaniana internacional, sobre la naturaleza de la sumisión en nuestra sociedad, en ningún momento mencionaban la primera infancia del ser humano, ¿cómo es posible que todavía sigamos " con estos pelos"?.

Espero que os guste y que no me haya repetido ya!

Sobre la sumisión

Lunes 4 de julio de 2011
Patricia Soto Ramos

Leo vuestro artículo a colación del foro sobre dominación de la Asociación Mundial de Psicoanálisis del pasado 11 de junio. A pesar de que comparto todo lo que se dice de la estandarización y los “premios” me voy a la génesis del ASUNTO y hecho muchas cosas de menos que intentaré transmitir desde la más pura intención constructiva.

Se habla de la escuela como primer ámbito dónde se empieza a obedecer, pero… ¿Qué ha pasado ANTES de la escuela? ¿Qué pasa en las gestaciones, en los partos y en la primera infancia? ¿Por qué se obvian en este tipo de discursos los primeros capítulos de la existencia humana?

Un individuo que no tuvo lo que necesitó en su momento será un individuo carente-sumiso y quizás no sepa por qué: sumisión al mercado, a las personas, adicto-compulsivo, agresivo. Cuándo nacemos necesitamos calor, contacto físico, presencia emocional, respeto (muchos lo confunden con permisividad), necesitamos que nos consuelen (no que nos compensen), que sepamos que se nos ama sí o sí. Hay muchos tipos de maltrato que contentan a las sociedades católicas y patriarcales porque producen personas moldeables y manipulables. Malos tratos psicológicos y físicos: el desapego, la falta de presencia, la falta de empatía. Se supone que en nuestra especie, los primeros años, es la madre la que cría y el padre el que apoya con su atención y su amor a esa madre, algo que el sistema creado por el poder patriarcal impide con alevosía y premeditación. La otra opción es un sistema laboral creado por y para hombres. No nos engañemos.

Autores como Humberto Maturana, Alice Miller o nuestra Casilda Rodrigañez y su enfoque antropológico nos ayudan a entender: sociedades desapegadas, bebés y niños que sufren = sociedades dominantes y violentas. Es cierto que la escuela influye, pero no es más que marear la perdiz. Solo hay que leerse las biografías de personajes como Hitler para entenderlo. ¿Cuándo va a incluirse este discurso en el ámbito revolucionario?


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