Sí, lo sé, tengo el blog abandonado, pero es que no doy abasto, muchos frentes (por más que no quiera tener...) todos poco, digamos, "banales", que capatan toda mi atención.
Tengo ganas de compartir algo, es una carta que en verano envié (otra más) al periódico Diagonal. La carta es la réplica a un artículo sobre un congreso de psicología lacaniana internacional, sobre la naturaleza de la sumisión en nuestra sociedad, en ningún momento mencionaban la primera infancia del ser humano, ¿cómo es posible que todavía sigamos " con estos pelos"?.
Espero que os guste y que no me haya repetido ya!
Sobre la sumisión
Leo vuestro artículo a colación del foro sobre dominación de la Asociación Mundial de Psicoanálisis del pasado 11 de junio. A pesar de que comparto todo lo que se dice de la estandarización y los “premios” me voy a la génesis del ASUNTO y hecho muchas cosas de menos que intentaré transmitir desde la más pura intención constructiva.
Se habla de la escuela como primer ámbito dónde se empieza a obedecer, pero… ¿Qué ha pasado ANTES de la escuela? ¿Qué pasa en las gestaciones, en los partos y en la primera infancia? ¿Por qué se obvian en este tipo de discursos los primeros capítulos de la existencia humana?
Un individuo que no tuvo lo que necesitó en su momento será un individuo carente-sumiso y quizás no sepa por qué: sumisión al mercado, a las personas, adicto-compulsivo, agresivo. Cuándo nacemos necesitamos calor, contacto físico, presencia emocional, respeto (muchos lo confunden con permisividad), necesitamos que nos consuelen (no que nos compensen), que sepamos que se nos ama sí o sí. Hay muchos tipos de maltrato que contentan a las sociedades católicas y patriarcales porque producen personas moldeables y manipulables. Malos tratos psicológicos y físicos: el desapego, la falta de presencia, la falta de empatía. Se supone que en nuestra especie, los primeros años, es la madre la que cría y el padre el que apoya con su atención y su amor a esa madre, algo que el sistema creado por el poder patriarcal impide con alevosía y premeditación. La otra opción es un sistema laboral creado por y para hombres. No nos engañemos.
Autores como Humberto Maturana, Alice Miller o nuestra Casilda Rodrigañez y su enfoque antropológico nos ayudan a entender: sociedades desapegadas, bebés y niños que sufren = sociedades dominantes y violentas. Es cierto que la escuela influye, pero no es más que marear la perdiz. Solo hay que leerse las biografías de personajes como Hitler para entenderlo. ¿Cuándo va a incluirse este discurso en el ámbito revolucionario?
Si la escuela influye, pero si tenemos una buena base no tanto.
ResponderEliminarEsa base es un apego seguro y el respeto como de todas sus necesidades y como individuo. Tampoco me olvido del parto, especialmente de la necesidad de no separar a madre-hijo.
Un abrazo
Yo ya no sé si es que no lo ven o no lo quieren ver... un beso, buena carta!
ResponderEliminarSí, sigo sin entender como algo tan obvio e importante se trivializa de ese modo, si no se tiene en cuenta nuestro nacimiento ni nuestra primera infancia que nos queda?
ResponderEliminar