miércoles, 21 de noviembre de 2012

No negar el cuerpo a los hijos: como lo vivimos la generación “bisagra”


En la terapia sanadora que llevo haciendo desde hace tres años, primero con Diana Sánchez y luego con el equipo de Laura Gutman (Laura y Marián) siempre hay un genérico en los intercambios, un leit-motiv que se repite en casi todas la sesiones: la herida primitiva que infringe el patriarcado al nacer, (el sistema social en el que vivimos por contra de la sociedad solidaria), que es la negación de la humanidad, la negación del cuerpo de la madre en el nacimiento, parto incluído y en la crianza.
Se habla pues de este dolor, que se lleva siempre, de esa necesidad de bebé, de esa indiferenciación objetal que se experimenta los primeros meses de vida, de bebés no sabemos que somos "otro" separado de la madre y ahí, con esa separación, con esa negación de la ecología del deseo y el cuerpo materno empieza esa "contracción" personal que nos acompaña el resto de la vida. De esa la falta de mirada nace nuestra terrible dificultad de intimar incluso con nuestros propios hijos, nacen nuestros personajes y nuestras corazas que nos protegen y hacen que consigamos migajas de amor. El origen de estas dificultades que hacen que recurramos, algunos, a querer y necesitar crecer más, algunos a los psicofármacos, a las adicciones, enfermedades, está justo ahí, en esa falla, en ese vacío que queda ya desde que nacemos, que no es, claro está, en absoluto, determinante de por vida pero si irreversible. Luego está el aderezo del maltrato (emocional, psicológico y físico), la falta de mirada de unos padres que no miran más que su propia herida y las necesidades "vitales"  que ella acarrea. Pero el ingrediente principal es esa falta de atracción centrípeta de la madre, la falta de su cuerpo, hasta que lo necesitemos. Todas las filosofías y teorías relacionadas con la crianza consciente lo comparten, la Antroposofía, la Gestalt, la Transpersonal, la Jungiana, la Reichiana, la Sistémica, Montessori, La Pedagogía Activa, etc... unas más otras menos y otras, por desgracia, no "acuden" todo lo urgentemente que habría que acudir a comprender e indagar esa falta que acarrea sufrimiento y enfermedad de por vida, se obvia de este modo por completo nuestra ecología humana, aunque se hable de inteligencias emocionales y modas al uso, sin indagar en nuestra historia. Es como perderse lo "mejor" de la película, lo más importante.




Ese lugar vacío que nos queda desde que somos separados antes y después de nacer, ese lugar que otorga a nuestro sistema social la posibilidad de dominar al carente o al desamparado o hacer dominadores llenos de rabia y también de desamparo, ese lugar hace que la rueda destructiva se vaya alimentando sin tener principio ni fin.  Me dice Marián que somos la generación bisagra, que esperamos que nuestros padres nos miren con esa mirada de amor incondicional que no tuvimos, que no perdemos esa esperanza, pero que nuestros nietos ya no tendrán ese problema. Así sea.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...