sábado, 4 de febrero de 2012

Estructura emocional y construcción del pensamiento


Ramiro se cae y se daña la rodilla. Llora. La mamá le dice con cariño: “Ramiro, no ha pasado nada”. Entonces Ramiro interpreta que eso que siente no es, pero como le sigue doliendo, llora más fuerte. A esa altura la mamá se enfada, porque para ella está exagerando. Al final Ramiro ya no está tan seguro de lo que le pasa.


Malena tiene miedo a la oscuridad, a los animales, a la lluvia y a estar sola. Los padres de Malena se pelean mucho en casa, se gritan y se amenazan. Cuando la maestra de la guardería conversa con su mamá, ella le cuenta que en casa no hay ningún problema. Entonces, Malena interpreta que la sensación de disgusto o temor que percibe en casa no existe. Lo que ella cree que “pasa” en realidad la mamá le dice que “no pasa”.


Si prestamos atención a las cosas que cotidianamente decimos a los niños, veremos que con insistencia desdecimos lo que sucede. Resulta que los niños van construyendo la relación con el mundo llevados de la mano de la madre. Esta persona es la que nombra como son las cosas. Desde “te voy a cambiar un pañal”, hasta “hoy hace frío”. Además del mundo “objetivo”, los niños también tienen un conjunto de percepciones y sensaciones muy personales que necesitan ser nombradas, pero, para logarlo, necesitan ser reconocidas como válidas.


El niño va construyendo su propio YO, separándose de la fusión emocional, el medida en que se va integrando con “el afuera”. Este afuera tiene que resultar “comprensible” o “lógico”. Cuando siente “dolor” necsita que sea nombrado como “dolor”, para que, cada vez que sienta dolor, pueda el mismo reconocerlo como tal.. Así como el color verde es nombrado y luego reconoce toda la gama posible de verdes, esto mismo aprende con respecto a las sensaciones personales y a lo que le pasa a los demás.


Son como las piezas de Lego, que se van ensamblando unas con otras y que encajan con precisión. A esta construcción perfectamente encastrada la vamos a llamar “esqueleto emocional”, porque se convierte luego en el sostenedor de base de toda la organización afectiva posterior. Un esqueleto bien montado puede hacer frente a muchas tormentas y conservar su integridad.


Volviendo a los ejemplos anteriores: si Ramiro se cae y la madre lo consuela diciéndole “Te duele mucho”, una pieza encaja con la otra, porque se nombra con exactitud lo que pasa. Seguramente va a llorar menos, porque cuenta con el reconocimiento de la palabra de la madre, que, además de consolarlo, construye la configuración de su pensamiento unido al sentimiento. Solo entonces puede construir la base de la estructura de su pensamiento, sostenido por un esqueleto emocional equilibrado.


En el segundo ejemplo, si los padres de Malena le hablan con palabras simples, diciéndole que no son felices viviendo juntos y que van a buscar ayuda para solucionar los problemas que SÍ, tienen, y si la mamá le realota a Malena que ella misma tiene mucho miedo de quedarse sola si se divorcia del papá y que es posible que los miedos de Malena tengan que ver con esto…entonces, con independecia de los problemas reales por resolver, Malena consigue construir sus esqueleto emocional como piezas de ese Lego que encajan relativamente bien.


¿Qué sucede si no mediamos con palabras entre lo que sucede y nuestras emociones? Sencillamente los niños no están en condiciones de construir un esqueleto emocional sólido, creciendo con una fragilidad afectiva concreta. El mundo del afuera no encuentra el modo de ensamblarse con el mundo interior, con el conjunto de sensaciones y perecepciones personales, lo cual provoca niños desconectados que devendrán en adultos desconectados.


Todos vivimos desconectados de nuestro “ser interior” , pero es justamente esa situación la que nos produce infelicidad. Ya que los niños llegan al mundo “conectados” porque están más cerca de su corazón, en lugar de censurar sus manifestaciones podemos intentar dejarnos llevar por sus necesidades, que es un modo eficaz de llegar al nudo de nuestras propias necesidades primarias.





Laura Gutman


" La maternidad y el encuentro con la propia sombra"

5 comentarios:

  1. Patricia, gracias por traer estas palabras de Laura Gutman a mi memoria de nuevo. Has conseguido que coja el libro para ojearlo. :) en unos dias asistiré a una conferencia suya! Un beso!

    ResponderEliminar
  2. Qué suerte! dónde? me muero por conocerla en persona, yo no encuentro libros donde todo lo esencial esté tan bien contado.

    ResponderEliminar
  3. Es en San Sebastián, el 21 de febrero. También estará por bcn este mes. Será la primera vez que la vea :)

    ResponderEliminar
  4. Acabo de descubrirte y me gusta mucho tu blog y tus reflexiones. Yo he leido TODOS los libros de Laura y hace 2 años la conoci personalmente. Ahora me estoy leyendo su último libro: "El discurso materno". De hecho es una discipula de Alice Miller. Lo que ella va un poco más allá intentando prevenir desde el nacimiento.

    Yvonne.

    ResponderEliminar
  5. Uy! todos los libros de Laura son muchos libros! Qué máquina. Sí! yo estoy haciendo mi BH con ellas desde hace un año y mi pareja empezó el poder del discurso materno porque se va a unir también, yo lo estoy leyendo a saltos, porque ahora mismo (en el metro) estoy leyendo Madres e Hijas de Christiane Northrup, otra mujer llena de sabiduría. He entrado en tu blog, qué valientes sois! nostros hemos creado un proyecto pedagógico en Madrid para nuestros peques de varias familias.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...