miércoles, 6 de junio de 2012
Alice Miller
"la capacidad de vivir el duelo, es decir, de renunciar a la la ilusión de la propia infancia "feliz" y de percibir emocionalmente toda la magnitud de las heridas padecidas, devuelve al depresivo (al que siente que no tiene rumbo) vitalidad y creatividad y puede liberar al grandioso de los esfuerzos y la dependencia de su trabajo de Sísifo. Si una persona puede darse cuenta a través de un largo proceso, de que nunca fue "QUERIDO" por haber sido el niño que fue si no utilizado por sus cualidades y rendimientos y éxitos, si puede darse cuenta de que sacrificó su infancia por ese supuesto "amor", dicha constatación le producirá hondas conmociones internas, pero un buen día sentirá el deseo de poner fin a su maniobra publicitaria . Descubrirá en sí mismo la necesidad de vivir su verdadero yo y no tener que seguir ganándose ese amor, un amor que, en el fondo, lo deja con las manos vacías porque su objeto era falso era ese falso YO al que él mismo ha empezado a renunciar."
Publicado por
Patricia
en
8:02
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Etiquetas:
Crianza,
Ecología,
Patriarcado,
salud
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