jueves, 26 de abril de 2012

Paidoanalfabetismo

Puede ser que por mis influencias "Gutmanianas" de estos últimos años me de ahora por inventar palabras, palabras como maternaje, sostén, beache(BH), desierto emocional, contención, upa y otras muchas que ahora no recuerdo me acompañan, están en mí, en mis pensamientos. Estos años de buceo personal y de llevarme a mis sombras "de cañas", he encontrado las lecturas, discursos y posturas más revolucionarias, globalmente hablando, desde que tengo consciencia (o al menos creo que la tengo). Decía Bertold Bretch, con mucha razón que:



 "El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no
 participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el coste de la
 vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del vestido, del
 zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto
 político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que
 odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta,
 el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político
 corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales".



No puedo estar más de acuerdo.  Pero sí hay otro analfabetismo peor, uno que hace que tengamos en cierto modo lo que labramos, sembramos y recolectamos, en definitiva, lo que nos merecemos.

Las "Políticas de la carencia" son las que en esta era patriarcal nos marcan la guía de lo que debemos hacer. Atrás se quedan el corazón (o zona orbitofrontal, que nos conecta con este al tomar las decisiones) atrás la creatividad, la compasión, la sostenibilidad, el autoconocimiento, la reflexión, el respeto y la generosidad. En esta era "de lado izquierdo" del cerebro, el sufrimiento a todos los niveles es moneda de cambio:  nuevos síndromes que crean "reputados" psiquiatras en su DSM  , psicofármacos que se recetan sin ton ni son, el medio ambiente, cada vez más medio que ambiente y ahora la "crisis" que no es si no una gran estafa perpetrada por esos mequetrefes de los que habla Bretch. Todo, absolutamente todo, nuestras miserias y las de los demás nacen de lo mismo, la neurociencia, la antropología lo confirman: la falta de amor.

Hace tiempo que me hice un propósito, fue algo tácito conmigo misma, quizás una educación de los flujos energéticos que tanta falta me hacían para intentar ser yo ese cambio que quería ver en el mundo, me convencí de respetar y comprender a todos y todas los padres y madres en sus decisiones para con sus hijos, sin discriminar y dándome cuenta de que la crianza no es A+B= C si no más bien todo lo contrario. Ahí están los niños y los bebés para recordarte cuanto tienes que sanarte tu misma y lo plena que te tienes que sentir y lo en paz para que ellos vivan sanos, así que en una lección de humildad acepté comprender, porque así me comprendía a mí misma, mi cansancio, mi infancia llena de secretos y sufrimiento, también de alegrías y mis necesidades desenfocadas. Aunque a veces, lo reconozco, me resulta difícil compartir y justificar y veo muchas cosas (a todas horas, todos los días y en todas partes) que me hacen sentir profundamente triste porque en el fondo nos vemos a nosotros mismos y a nuestros hijos.

En un reputado centro de preparación al parto de Madrid y dentro de unos cursos que están dando actualmente, un estimado compañero mío de trabajo que va a ser papá, acudió a un módulo llamado "la educación del niño de 0 a 3 años"  En un descanso del trabajo (que por cierto no lo sera en breve, me quedo en paro), tomando un pincho, nos contó las novedades, todo eso que no sabía y ahora sabe, entre risas y aseveraciones dichas con contundencia y asertividad: a un bebé que toca algo que no quieres hay que apartarlo e ignorarlo y que hay que aplicar el sentido común, afirmó como colofón. Y qué casualidad, al día siguiente recibía el newsletter de Ileana con el nuevo libro de Eduard Estivill (un correo de octubre del 2011), nuestro paidoanalfabeto patrio. Y qué es el sentido común, le pregunté yo. Pues el sentido común, me respondió él. Le dije que en casa teníamos un libro de educación de perros basado en la vinculación Amichien, esto es, conductismo y refuerzo positivo basado en las manadas de lobos, perros relajados que no son el "Alfa", pero claro, resulta que nosotros no somos lobos, somos mamíferos como ellos, pero nuestra evolución, indefensión y dependencia duran muchos años, para muchos, toda la vida. Él se molestó un poco y yo me pasé toda la semana pensando cosas tan "tontas" como:

Por qué se conoce el cuidado de una planta (poner en un lugar luminoso que no le de la luz del sol,  la tierra ha de ser rica en nitratos, regar cada semana en invierno y con frecuencia en verano, abonar cada 15 días, etc etc) para que esté frondosa y florida y por qué se ignora total y absolutamente la base de la crianza de futuros adultos sanos física y mentalmente, por qué se ignora por completo que un bebé/niño triste es un niño con más probabilidades de enfermar, por que muchos adultos padecen dolencias de todo tipo fruto de emociones no reconocidas o expresadas en la infancia, por qué se ignora que los niños que se portan mal es porque están mal, por qué no se sabe que tratar con golpes, gritos  amenazas, chantajes o autoritarismo a un niño no sirve para que este esté mejor o no haga tal cosa al igual que no sirve dejarle hacer lo que quiera o darle todo lo que pida? por qué no decirles la verdad, nuestra verdad, es negarles tranquilidad, o por qué se ignora que a los bebés sí hay que cogerlos, amamantarlos, que ignorar a un bebé o a un niño es una forma de maltrato?. Qué objeto tiene que ni siquiera sepamos "la teoría"?  ( aunque luego la práctica sea algo tan solitario, político, abrumador y hermoso para quienes luchamos contra esos dragones que se nos presentan cual película de Terry Gilliam) precisamente porque esas generaciones anteriores también eran paidoanalfabetos. Por qué se desconocen las necesidades humanas esenciales, la formación de nuestro cerebro, nuestras hormonas, porque había y hay "tribus" respetuosas y otras destructivas? al menos podríamos saber la teoría, aunque el instinto ya no funcione, sin ambages, sin corrientes ni "sentidos comunes".

¿Por qué somos paidoanalfabetos desde hace cientos de años y lo portamos en nuestra memoria celular ? La paidocultura es una sabiduría peligrosa, porque empezaríamos a cuestionarnos demasiadas cosas, pero no deja de ser una vergüenza. Así como la cultura, el patrimonio de los pueblos, lo que nos iguala y nos diferencia, es riqueza, el paidoanalfabetismo debería de erradicarse por el bien de la humanidad.

Paidoanalfabeto/a: Dícese del que consciente o inconscientemente desconoce e ignora los procesos de desarrollo, ecología  y necesidades de bienestar físico, mental, emocional y espiritual de la cría humana desde su concepción y gestación hasta su posterior crianza hasta que este se convierte en un ser autónomo, incluidos los suyos propios, por encima e independientemente de corrientes, convencionalismos, teorías o doctrinas que obedecen a contextos socio-económicos determinados.

domingo, 1 de abril de 2012

Miguelito Forever


Estos días estoy revisando las tiras de Mafalda. Es algo que vengo haciendo de vez en cuando, a veces cada "ciertos decenios", desde que pululaban por casa desde bien pequeña. Si es cierto que en cada etapa de la vida hay tiras que tienen más efecto que otras, algunas con poca o ninguna gracia y otras oportunas y geniales. Las tiras de Mafalda son 5 niños y algún que otro adulto (que no salen muy bien parados) a través de los cuales habla su creador, Joaquín Salvador Lavado, Quino. Niños que van desde los 2 añitos hasta los 7 y que van evolucionando. Pero la esencia, los valores de Mafalda, y desgraciadamente la situación del mundo, perduran. La época en que se creó coincide con la era del nacimiento de neoliberalismo más atroz cuyos resultados a nivel humano vivimos hoy en día.

Me gustan muchos personajes, hasta Manolito me da ternura (como hijo de gallegos lo entiendo muy pero que muy bien) a Catu le gusta Felipe, porque tiene unos dientes muy gasiosos y está "peocupado", pero a su mamá, de todos, el que más, Miguelito. Miguelito es un peque de cinco años que Quino escogió para hablar sobre todo de las relaciones paterno filiales (bueno, a Mafalda también) y la relación particular de los niños con el mundo en el que nos tocó vivir. Me gusta su enfoque reivindicativo y consciente, y

como una imagen vale más que mil palabras "les" pego unas tiras que he recopilado de la red. Pura sabiduría cósmica.
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